El monje, que nunca reposaba en ninguna aldea mas de siete noches, era conocido por sus artes adivinatorias y por su capacidad para ver el futuro. Tal era su don que la gente lo recibia con alabanzas y ruegos alla donde fuera. Pese a sus sabios consejos y a sus visiones, el monje jamas hablaba de su pasado, ni de ninguno en absoluto, como si fuera incapaz de recordar quien era, de donde venia o que habia ocurrido hasta entonces.

Cuentan tambien que cierto dia llego a un templo sagrado. El mas imponente templo que hubiera visto nunca. El monje fue invitado a rezar en el y a hospedarse el tiempo que quisiera. A diferencia de las otras veces, esta no dirigio palabra alguna a nadie durante su estancia, a pesar de las muchas peticiones. La septima noche, sin previo aviso, acudio a la sala principal del templo y hablo. Su voz sono tan clara y segura de si misma que no parecia la de un anciano, sino mas bien la de un joven guerrero. Sus palabras fueron:
"Tres seran los animales que vendran y tras de si siete años de felicidad"
Dicho esto desaparecio y nunca jamas nadie volvio a saber de el, aunque sus palabras fueron escuchadas y las señales esperadas.
Claro que quizas nunca las pronuncio, ni durmio siete noches en aquel templo, ni recorrio aquellas tierras... ni existio.
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